TE FALTABA este dolor,
esta pasión te faltaba.
Hija del suelo más dulce,
vivías toda la gracia.
Tuve que venir de lejos
como la sazón amarga,
tuve que traer los ácidos
de mi tierra mexicana
para revolcar en lloro
la paz con que te engañabas.
Sólo sabías reír,
no te entristecía nada.
Te faltaba este dolor,
esta pasión te faltaba.
No culpes al mensajero
que te dio la voz de alarma.
No te arrepientas del día
en que ha nacido tu alma.
Sorbe la vida en tu copa
sabiendo que se te acaba;
y, cuando llegue la hora
sin alivio ni esperanza
y sientas el acicate
de ti misma espoleada,
cuando toda te despojes
porque ya toda te bastas,
no culpes al mensajero
que te dio la voz de alarma.
Río, 18 de octubre, 1938.
Alfonso Reyes, “La corona”, Obras Completas X, Fondo de Cultura Económica, México, 1981, p. 464.