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Una carta de navegación para leer las Obras completas de Alfonso Reyes

Conferencia magistral de Carolina Moreno Echeverry: Una carta de navegación para leer las Obras completas de Alfonso Reyes. Jueves 21 de abril de 2022, 17:30 horas.
Hall principal Biblioteca Pública Piloto, Medellín, Colombia.
Entrada libre.

Invitación al conversatorio «Diálogos en femenino con Alfonso Reyes»

Ciclo de conferencias: Diálogos en femenino con Alfonso Reyes.  

Tema: Alfonso Reyes: Exilios y vanguardias.

El ciclo aborda, desde una mirada femenina, la obra de Alfonso Reyes: indaga en los diferentes temas que el autor frecuentó y los vasos comunicantes que existieron en la triple conjunción entre su pensamiento, su obra y su vida. Además, el escritor regiomontano universal tuvo, a lo largo de su larga carrera diplomática y literaria, interacción con un gran número de mujeres intelectuales, con quienes dialogaba e intercambiaba concepciones, percepciones y significaciones. Es por ello por lo que en éste Ciclo de Conferencias se pretende hablar de ese diálogo que mantuvo con ellas y del cual se desprenden muchos de sus textos. Coordinadora del ciclo, Dra. Beatriz Saavedra.

Participan: Angelina Muñiz Huberman, Carolina Moreno Echeverry.  Presenta: Leticia Luna. Modera: Beatriz Saavedra.

Jueves 3 septiembre del 2020, 17:00 horas.

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Alfonso Reyes en una nuez de Adolfo Castañón. Presentación editorial

Presentación editorial «Alfonso Reyes en una nuez. Índice consolidado de nombres propios de personas, personajes y títulos en sus Obras completas» de Adolfo Castañón.
Presentan: Juan de Dios González Ibarra, El Colegio de Morelos; Carolina Moreno Echeverry, Cátedra Alfonso Reyes en Cuernavaca; Braulio Hornedo Rocha, Universidad Virtual Alfonsina.
Modera: Ángel Cuevas, Secretaría de Turismo y Cultura de Morelos.
Miércoles 20 de febrero de 2019, 17:00 horas.
Sala Manuel M. Ponce del Centro Cultural Jardín Borda
Av. Morelos 271, Centro, Cuernavaca, Morelos
Entrada libre

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El deslinde. Por Alfonso Reyes

Cuatro lecciones sobre la Ciencia de la Literatura, en el Colegio de San Nicolás, Morelia, entre mayo y junio de 1940, han sido la ocasión  de este libro. Las lecciones formaban parte de los Cursos sobre el siglo XX, primera etapa de la Universidad de Primavera «Vasco de Quiroga«. Entre los actos con que se celebró el IV Centenario de aquel Colegio, ninguno más atinado que la creación de esta Universidad viajera, que de año en año ha de transportar su sede a otras ciudades de la provincia, corrigiendo así un aislamiento tan desventajoso para los intereses generales del país como incompatible con las más elementales conceptos de la cultura y de la política. Los dos mayores peligros que amenazan a las naciones, de que todos los demás dependen, son la deficiente respiración internacional y la deficiente circulación interna. A la luz de estos dos criterios podrían interpretarse algún día todas las vicisitudes mexicanas.

Las lecciones originales, necesariamente limitadas por la circunstancia, han sido objeto de sucesivas transformaciones posteriores y han ido dando de sí nuevos desarrollos. Entonces se trataba de situar nuestra materia dentro del cuadro general de una cultura, abarcando a grandes trazos un panorama inmenso, y prescindiendo, además, de muchos sondeos que hubieran resultado excesivos. Hubo, pues, que refundirlo todo. Esto produjo en el primitivo cuadro una proliferación interior. Sus especies implícitas afloraron a la superficie como en la placa fotográfica que poco a poco se revela.

Y de aquí han resultado varios ensayos que iré publicando uno tras otro: ya sobre la Ciencia de la Literatura propiamente tal, ya sobre la descripción de sus técnicas específicas, ya sobre los fundamentos de la Teoría Literaria, a la cual sirve de introducción este libro. Puedo decir de él que se parece al bosquejo original como se parece un huevo a una granja de avicultura.

Reduzco al mínimo mis referencias bibliográficas —puesto que la primitiva exposición se ha convertido en una tesis personal—, procurando que ellas correspondan a la necesidad de mis argumentos y sin entregarme a ostentaciones inútiles. Porque no quise hacer «un libro que los acote todos desde la A hasta la Z», y porque en esta ocasión al menos, yo también me sentí «poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé decir sin ellos». Se ha escrito tanto sobre todas las cosas, que la sola consideración de la montaña acumulada en cada área del saber produce escalofríos y desmayos, y a menudo nos oculta los documentos primeros de nuestro estudio, los objetos mismos y las dos o tres interpretaciones fundamentales que bastan para tomar el contacto. Nuestra América, heredera hoy de un compromiso abrumador de cultura y llamada a continuarlo, no podrá arriesgar su palabra si no se decide a eliminar, en cierta medida, al intermediario. Esta candorosa declaración pudiera ser de funestas consecuencias como regla didáctica para los jóvenes —a quienes no queda otro remedio que confesarles: lo primero es conocerlo todo, y por ahí se comienza.

A. R. Definiciones Literatura

Pero es de correcta aplicación para los hombres maduros que, tras de navegar varios años entre las surtes de la información, han llegado ya a las urgencias creadoras. Los Chadwick nunca hubieran alcanzado sus preciosas conclusiones sobre la génesis de las literaturas orales si no se atreven a prescindir de lo que se llama «la literatura de la materia«. Para los americanos —una vez rebasados los intolerables linderos de la ignorancia, claro está— es mucho menos dañoso descubrir otra vez el Mediterráneo por cuenta propia (puesto que, de paso y por la originalidad del rumbo, habrá que ir descubriendo algunos otros mares inéditos), que no el mantenernos en postura de eternos lectores y repetidores de Europa.

La civilización americana, si ha de nacer, será el resultado de una síntesis que, por disfrutar a la vez de todo el pasado —con una naturalidad que otros pueblos no podrían tener, por lo mismo que ellos han sido partes en el debate—, suprima valientemente algunas etapas intermedias, las cuales han significado meras contingencias históricas para los que han tenido que recorrerlas, pero en modo alguno pueden aspirar a categoría de imprescindibles necesidades teóricas.

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Alfonso Reyes. Por José Luis Martínez

Por Adolfo Castañón

La vida

Hijo del general Bernardo Reyes y de la señora Aurelia Ochoa de Reyes, oriundos del estado de Jalisco, Alfonso Reyes nació en Monterrey, Nuevo León, el 17 de mayo de 1889. Allí mismo inició sus estudios y en 1905 se trasladó a la Ciudad de México para continuarlos en la Escuela Nacional Preparatoria. En este año publicó sus primeros versos en El Espectador, de Monterrey. Mientras cursaba la carrera de abogado, que concluiría en 1913, participó en las empresas culturales del Ateneo de la Juventud al lado de una generación ilustre: Antonio Caso, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña, Martín Luis Guzmán, Julio Torri, Genaro Fernández Mac Gregor, entre otros.

Los sucesos políticos y la trágica muerte de su padre lo empujaron a Europa a mediados de 1913. En Francia y España, donde permanecerá de 1914 a 1927 escribe intensamente, sirve cargos diplomáticos y trabaja como investigador filológico en el Centro de Estudios Históricos de Madrid. De 1927 a 1939 es representante de México en Buenos Aires y Río de Janeiro. A principios de 1939 regresa definitivamente a México donde organiza y preside La Casa de España que luego se transforma en El Colegio de México. En varias etapas de su vida enseñó literatura. Universidades e instituciones de Europa y América le otorgaron los máximos honores académicos y solicitaron para él el Premio Nobel.

Presidió desde 1957 hasta su muerte la Academia Mexicana de la Lengua y fue miembro fundador de El Colegio Nacional. En 1955, al cumplirse 50 años de su carrera literaria, se le tributaron honores y homenajes y se comenzó la publicación de sus Obras completas. Murió en la ciudad de México, D.F., el 27 de diciembre de 1959 y fue sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres, del Panteón Civil.

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