En la impaciente juventud, un día
vale una eternidad por lo que anhela,
por lo que ofrece y por lo que recela,
por lo que aguarda o lo que desconfía.Acorta el tiempo su horizonte. Cría su ruta reiterada cada vela. Se camina tal vez, ya no se vuela. Al menos, ésta fue la historia mía.
Se vuelve soledad la compañía, porque la soledad colmada vela el rostro de las cosas, y no fía sino en tejer y destejer su tela. Al menos, ésta fue la historia mía, y todo lo demás fue la novela.
México, 18 de marzo, 1942. —VS.
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