Rubén Darío: Shakespeare en la política mexicana. Adolfo Castañón

Por Adolfo Castañón (Ciudad de México, 8 de agosto de 1952; Generación 1945. Desde el 23 de octubre de 2003 es el sexto ocupante de la silla II de la Academia Mexicana de la Lengua).

París, marzo de 1912

«Tenemos entendido que, después de la creación de Dios, está la creación de Shakespeare. Solamente, no es fácil encontrar parangones como el que acabo de recibir de Monterrey, Nuevo León, en un escrito referente a un ilustre mejicano que acaba de caer con resonancia en la lucha política de su país: el general Bernardo Reyes. Se titula General Bernardo Reyes, from a Shakespeare Point of View. Ignoro el motivo por el que el trabajo haya sido escrito en inglés, pues el autor por su nombre, debe ser de Méjico: doctor David Cerna.

Yo no tengo que inmiscuirme en las interioridades políticas mejicanas, pero desde el punto de vista de mi oficio, me ha parecido curioso daros a conocer tal estudio, o mejor sería decir, paralelo.

He tenido la honra de ser amigo personal y de frecuentar las relaciones del general Reyes, durante su permanencia en una villa de Neuilly, en los alrededores de París. Fui presentado a él por el general Zelaya y encontré siempre en él, un soldado leal, un hombre sencillo a pesar de su arrogante aspecto militar, aficionado a las letras y autor él también, de varias obras; espíritu generoso y amante de su patria.

Así, no tengo que ocuparme personalmente de su pasado político, y me revieron sólo a la obra del doctor Cerna, a título de curiosidad literaria.

Ignoro si antes se han hecho comparaciones en nuestra América, entre personajes shakespereanos y muchos hombres de estado, gobernantes y caudillos.

El doctor Cerna comienza con afirmar la dificultad de encontrar en la obra del gran Will un tipo apropiado para la comparación con el general mejicano; más según su opinión, el paralelo puede hacerse con Coriolanus, escrito, como se sabe, con la base de Plutarco. Las CITAS del doctor Cerna para el apoyo de su comparación son varias y todas de autores de lengua inglesa.

Así Dowden escribe en una crítica de Coriolanus:
Un altivo y apasionado sentimiento, un soberbio egoísmo, son, en Coriolano, fuentes de debilidad y fuerza… No es el pueblo romano quien le trae su destrucción; es la noble altivez y apasionado amor propio del propio Coriolano… El orgullo de Coriolano, no es, sin embargo, el que suele venir de la sumisión y de la unión con algún poder, o persona o principio superior a uno mismo. Es orgullo doble, un apasionado amor propio, esencialmente egoísta, y un apasionado antagonismo de clases. Su natural no es frío e interesado; (sus maneras) son profundas, cálidas y generosas. Pero un límite es que se manifiesten sus cualidades buenas. La debilidad, la inconstancia, y la incapacidad de comprender los hechos, que son vicios del pueblo, se ven reflejados y repetidos en el gran patricio: sus faltas aristocráticas contrapesan las plebeyas.
Es rígido y obstinado; pero la influencia de su enojado egoísmo puede renunciar a sus principios, a su partido y a su ciudad natal.

Aquí llama la atención el doctor Cerna sobre actos del general Reyes, y su preferencia en ser el primero en un estado, a ocupar un lugar secundario en los asuntos de la nación.

Y luego un párrafo más del mismo Dowden:
El juicio y temperamento de Coriolano están muy mezclados.
Desea el fin, pero sólo a medias se somete a los procedimientos necesarios para llegar a ese fin. No tiene suficiente dominio de sí mismo para poder aprovecharse de las oportunidades que se le presentan.

Se hace notar aquí el no haber aprovechado el general mejicano el momento en que fue dueño de la región montañosa de Galeana.
Si en ese momento, dice el doctor Cerna, se hubiera resuelto a aceptar la situación, habría sido, sin duda el HÉROE popular: y con menos sacrificio, tal vez, de vidas y de propiedades públicas y privadas habría podido dar el jaque-mate al gobierno despótico del general Díaz.

Pero no, Reyes vaciló demasiado, y una gran mayoría del pueblo mejicano le retiró su alta estima. Y cita el autor las palabras de Bruto a Casio:
There is a tide in the affairs of men
Wich taken at the flood leads on the fortune;
Omitted also the voyage of their life
Is bound in shallows and in miseries (IV, 3, 217-220).

Y estas frases de Hudson:
El orgullo de Coriolano es del todo inflamable e indomable, por la pasión; de tal modo que si recibe tan sólo una chispa de provocación estalla y arde de modo inconmensurable y barre toda consideración de prudencia, de decoro y hasta de común sentido.

El doctor Cerna se refiere a un caso del antiguo gobernador de Nuevo León, que indicaría una violencia de carácter.

Del citado Dowden:
Ahora, Shakespeare sabía que tal pasión era, no fuerza, sino debilidad; y por esa violencia indomable del temperamento de Coriolano, se echa ésta sobre él su destierro de Roma y su suerte subsecuente.
El caso es curioso, pues se recuerda el envío a Europa, en una comisión, indudable manera de destierro dado el caso.

De Wendel:
Coriolano debe su suerte a un exceso de rasgos de nobleza, inherente, rasgos cuya nobleza misma los hace incapaces de sobrevivir en el innoble mundo que les rodea.
De Hereford:
Aún el valor de Coriolano está descrito con un fuego que viene sobre todo de la imaginación (…) La carrera de Coriolano, con su ostentoso, aunque en esencia fútil valor, es una sátira contra el militarismo; y las sublimes imágenes con que están narrados sus hechos, no hacen sino más explícito el tono de ironía.

El doctor Cerna pinta a este propósito las figuras del general Reyes y Boulanger.

Luego hay citas de Mabie, que hace falta resaltar en Coriolano:
(…) aristócrata típico, con las virtudes del aristócrata: valentía, indiferencia ante el dolor, desprecio del dinero, independencia del juicio, dominio de la elocuencia y natural aptitud para el mando. Estas grandes cualidades están neutralizadas por un colosal egotismo, que se manifiesta en un orgullo tan irracional e insistente que, tarde o temprano, por la necesidad de su naturaleza, debe producir el conflicto trágico.

Aquí se refiere, en la comparación, a la rendición voluntaria del general Reyes en Linares y juzga el doctor Cerna que si no es un caso de obcecación momentánea y sufrimiento físico, “es uno de patriotismo intenso, que es también un estado anormal de parte de ese interesante carácter psicológico”.

Por último, el autor de paralelo, trae a la memoria el sacrificio de Coriolano, por el amor maternal. Y cita de nuevo a Hudson:
Coriolano se siente más orgulloso de su madre que de sí mismo; procura más complacerla a ella que a sí mismo; no acepta más títulos honrosos que los que vienen de tan honrada fuente, ni quiere más premios que aquellos que magnifiquen la parte de ella; en resumen, la mira como a un ser superior, cuya bendición es la mejor gracia de su vida; y el profundo respeto que es en él un principio de tan intrínseca grandeza y energía que sería suficiente para romper las frías, secas ligaduras de una innoble y vil naturaleza.

La cita sigue más larga, en el mismo sentido. La conclusión es que, como Coriolano, el caudillo de Méjico, se sacrificó por el amor maternal, esto es, por su patria. Una guerra de guerrillas proseguida, hubiera aumentado los desastres.
Él, con su sometimiento, ha sido un patriota.
¿No se intentarán en la ARGENTINA algunos paralelos semejantes?
(La Nación, Buenos Aires, 13 de abril de 1912, p. 7)»

Adolfo Castañon. Alfonso Reyes: Caballero de la voz errante (edición ampliada, corregida y revisada).  Academia Mexicana de la Lengua, Juan Pablos Editor,  Universidad Autónoma de Nuevo León,  México, 2012, pp. 38 – 42.

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