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Visita del Parnaso. Por Alfonso Reyes

Los poetas, los poetas

—qué cosa tan singular—

beben su vino de gallo

y lo duermen hasta el mar.

Musa de grandes orejas,

si hay huevos en tu panal,

entre cada sol y sol

tiende otro verso a secar.

Los poetas, los poetas

—qué cosa tan singular—

beben su vino de gallo

y lo duermen hasta el mar.

El amor tira con letras,

que es mucha su libertad;

da la hora el alfabeto,

y la pluma, la señal.

Los poetas, los poetas

—qué cosa tan singular—

beben su vino de gallo

y lo duermen hasta el mar.

El cuco de los doctores

crece en la bota marcial,

y el clavel suelta sus trinos

en la hembra natural.

Los poetas, los poetas

—qué cosa tan singular—

beben su vino de gallo

y lo duermen hasta el mar.

Ya no sabe la campana

de qué mano ha de tirar,

y el sastre a cortar empieza

su pesebre y su portal.

Los poetas, los poetas

—qué cosa tan singular—

beben su vino de gallo

y lo duermen hasta el mar.

Salta el árbol de la historia

de la manzana de Adán:

de cada pezón, a Eva

se le salía el maná.

Los poetas, los poetas

—qué cosa tan singular—

beben su vino de gallo

y lo duermen hasta el mar.

Río de Janeiro, 1931.—OV.

Alfonso Reyes, Obras completas X, Constancia poética, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, pp. 134-136.

A mi ahijada Melina Rosa. Por Alfonso Reyes

Nombre de abeja, Melisa
y Rosa, nombre de flor:
virtud habrá en tu sonrisa,
y en tu alegría, calor.

Harás  un mundo mejor

dentro de tu pensamiento;

vivirás en el contento

de sentirte tan cabal.

que aun los intentos del mal

vencerás al solo intento.

Quiero para tu existencia
el coraje de vivir:
ni el temor del porvenir,
ni menos la indiferencia.
Tus padres te den la ciencia
de andar por el mundo, y
aprende a escucharte si
necesitas de consejo;

mas si lo quieres de un viejo,
Rosa, acuérdate de mí.

22 de julio, 1953