Todas las entradas por Cátedra Alfonso Reyes en Cuernavaca

El nombre de don Alfonso Reyes evoca, no solamente el del "maestro, el mexicano universal... renovador de la prosa castellana” al decir de Borges. También el de un polígrafo infatigable, autor de una obra vastísima, elegante y compleja, creador no sólo de una obra sino de “toda una literatura”. De esta manera establece Octavio Paz la dimensión de la obra alfonsina. Entendámonos, Reyes no es un simple escritor, sino todo un sindicato, una legión de escritores encarnados en una sola persona. Narrativa, ensayo, crítica, teoría e historia literaria, filosofía, divulgación de la ciencia, memorias, dramaturgia y poesía son algunos de los cauces principales que desembocan en el mar de la Cátedra Alfonso Reyes en Cuernavaca www.catedrareyes.org

Al libro de Don Quijote de la Mancha

Urganda la desconocida

 

Si de llegarte a los bue-,
Libro, fueres con letu-,
No te dirá el boquirru-
Que no pones bien los de-.

Mas si el pan no se te cue-
Por ir a manos de idio-,
Verás de manos a bo-
Aun no dar una en el cla-,
Si bien se comen las ma-
Por mostrar que son curio-.

Y pues la experiencia ende-
Que al que a buen árbol se arri-
Buena sombra le cobi-,
En Béjar tu buena estre-
Un árbol real te ofre-
Que da príncipes por fru-,
En el cual florece un Du-
Que es nuevo Alejandro Ma-:
Llega a su sombra; que a osa-
Favorece la fortu-.

De un noble hidalgo manche-
Contarás las aventu-,
A quien ociosas letu-
Trastornaron la cabe-:
Damas, armas, caballe-,
Le provocaron de mo-,
Que, cual Orlando furio-
Templado a lo enamora-,
Alcanzó a fuerza de bra-
A Dulcinea del Tobo-.

No indiscretos hieroglí-
Estampes en el escu-;
Que cuando es todo figu-,
Con ruines punto se envi-.
Si en la dirección te humi-,
No dirá mofante algu-:

¡Qué don Álvaro de Lu-,
Qué Aníbal el de Carta-,
Qué Rey Francisco en Espa-
Se queja de la fortu-!


Pues al cielo no le plu-
Que salieses tan ladi-
Como el negro Juan Lati-,
Hablar latines rehu-.

No me despuntes de agu-,
Ni me alegues con filó-;
Porque, torciendo la bo-,
Dirá el que entiende la le-,
No un palmo en las ore-:
¿Para qué conmigo flo-?

No te metas en dibu-,
Ni en saber vidas aje-;
Que en lo que no va ni vie-
Pasar de largo es cordu-.
Que suelen en caperu-
Darles a los que grace-;
Más tú quémate las ce-
Sólo en cobrar buena fa-,
Que el que imprime neceda-
Dalas a censo perpe-.

Advierte que es desati-,
Siendo de vidrio el teja-,
Tomar piedras en la ma-
Para tirar al veci-.

Deja que el hombre de jui-
en las obras que compo-
Se vaya con pies de plo-;
Que el que saca a luz pape-
Para entretener donce-
Escribe a tontas y a lo-.

Orlando furioso a Don Quijote de la Mancha. Por Miguel de Cervantes

Si no eres para, tampoco le has tenido;
Que par pudieras ser entre mil pares;
Ni puede haberle donde tú te halles,
Invicto vencedor, jamás vencido.

Orlando soy, Quijote, que, perdido
Por Angélica, vi remotos mares,
Ofreciendo a la Fama en sus altares
Aquel valor que respetó el olvido.

No puedo ser tu igual, que este decoro
Se debe a tus proezas y a tu fama,
Puesto que, como yo, perdiste el seso.

Más serlo has mío, si al soberbio Moro
Y Cita fiero domas, que hoy nos llama
Iguales en amor con mal suceso.

Amadís de Gaula a Don Quijote de la Mancha. Por Miguel de Cervantes

Soneto
Tú, que imitaste la llorosa vida
Que tuve ausente y desdeñado sobre
El gran ribazo de la Peña Pobre,
De alegre a penitencia reducida,
 Tú, a quien los ojos dieron la bebida
De abundante licor, aunque salobre,
Y alzándote la plata, estaño y cobre,
Te dio la tierra en tierra la comida,
Vive seguro de que eternamente,
En tanto, al menos, que en la cuarta esfera
Sus caballos aguije el rubio Apolo,
Tendrás claro renombre de valiente;
Tu patria será en todas la primera;
Tu sabio autor, al mundo único y solo.

Al Duque de Béjar. Por Miguel de Cervantes

MARQUÉS DE GIBRALEÓN, CONDE DE BENALCÁZAR Y BAÑARES, VIZCONDE DE PUEBLA DE ALCOCER, SEÑOR DE LAS VILLAS DE LA CAPILLA, CURIEL Y BURGUILLOS.

En fe del buen acogimiento y honra que hace Vuestra Excelencia a toda suerte de libros, como príncipe tan inclinado a favorecer las buenas artes, mayormente las que por su nobleza no se abaten al servicio y granjerías del vulgo, he determinado sacar a luz EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA al abrigo del clarísimo nombre de Vuestra Excelencia, a quien, con el acatamiento que debo a tanta grandeza, suplico le reciba agradablemente en su protección, para que a su sombra, aunque desnudo de aquel precioso ornamento de elegancia y erudición de que suelen andar vestidas las obras que se componen en las casas de los hombres que saben, ose parecer seguramente en el juicio de algunos que, no conteniéndose en los límites de su ignorancia, suelen condenar con más rigor y menos justicia los trabajos ajenos; que, poniendo los ojos la prudencia de Vuestra Excelencia en mi buen deseo, fío que no desdeñará la cortedad de tan humilde servicio.

Miguel de Cervantes Saavedra