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Visión de Anáhuac. Por José Luis Martínez

Cátedra Alfonso Reyes en Cuernavaca
Igualdad entre Manuela y Marie-José

Aprovechando breves veranos de bienestar, y en ocasiones entre sorbo de oxígeno, Alfonso Reyes grabó para la Universidad Nacional, en su casa de la ciudad de México y en Cuernavaca, en agosto y septiembre de 1959, Visión de Anáhuac Ifigenia cruel, dos de sus obras más hermosas y significativas. Había aceptado, además, grabar una selección de poemas y algunos ensayos breves, característicos de su pensamiento y estilo de épocas anteriores, pero la vida no se lo consintió. Su exhausto corazón habría de rendirse la mañana del 27 de diciembre del mismo año, y la muerte que tan insistentemente se le había anunciado y con la que se empeñó valientemente en jugar carreras, habría de encontrarle entre sus libros y con las manos puestas en numerosas empresas.

Estos dos amplios poemas, uno en prosa, Visión de Anáhuac, y otro en verso, Ifigenia cruel, pertenecen al principio y al fin de su estancia madrileña que se extendería de 1914 a 1924, entre sus veinticinco y sus treinta y cinco años de madura juventud, cuando se sentía alejado de su país y cuando lo conturbaban los trágicos recuerdos de la muerte de su padre, confundido y perdido por la violencia revolucionaria. Inmediatamente después de las agudas instantáneas de Cartones de Madrid, que serían su tarjeta de presentación intelectual ante aquella ciudad a la que iba, como el abuelo Ruiz de Alarcón, a ganarse la vida, «el recuerdo de las cosas lejanas, el sentirme olvidado de mi país y la nostalgia de mi alta meseta -cuenta Alfonso Reyes- me llevaron a escribir la Visión de Anáhuac (1915). Sirviéndose de los testimonios proporcionados por las Cartas de relación de Cortés, la Historia verdadera de la conquista de Nueva España de Bernal Díaz del Castillo y la Crónica del Conquistador Anónimo, y de algunas fuentes modernas para la interpretación histórica, la Visión de Anáhuac es una evocación, no erudita ni documental sino artística, de la imagen de la antigua ciudad de México o Tenochtitlan, tal como apareció a principios del siglo XVI, en 1519 precisamente, a los ojos maravillados de los conquistadores españoles.

Pero Reyes no se propuso exclusivamente realizar, para decirlo en palabras de Valery Larbaud, «una descripción lírica, y de un lirismo emparentado con el del Sain-John Perse. Gran poema de colores y hombres, de extraños monumentos y de riquezas acumuladas: en suma la verdadera visión prometida, en todo su brillo y misterio», sino que su intención profunda fue, además, la de interrogar a aquella imagen original de México y a aquel encuentro radical de dos razas, en busca del sentido de nuestra existencia.

Yo sueño -escribía Alfonso Reyes en 1922- en emprender una serie de ensayos que habrían de desarrollarse bajo esta divisa: En busca del alma nacional. La Visión de Anáhuac puede considerarse como un primer capítulo de esta obra, en la que yo procuraría extraer e interpretar la moraleja de nuestra terrible fábula histórica: buscar el pulso de la Patria en todos los momentos y en todos los hombres en que parece haberse intensificado; pedir a la brutalidad de los hechos un sentido espiritual; descubrir la misión del hombre mexicano en la tierra, interrogando pertinazmente a todos los fantasmas y las piedras de nuestras tumbas y nuestros monumentos.

Alfonso Reyes. Voz del autor. El Colegio Nacional, UNAM, Cátedra Alfonso Reyes UAEM, México, 2004.

A.R. Visión De Anáhuac

The Selected Poetry. Gabriel Zaid

Zaid. The selected PoetryLa literatura es ante todo un medio de resistencia: la creación le ofrece al hombre la posibilidad de anteponerse al destino inexorable de la muerte. A partir de la escritura, el individuo encuentra un camino para mitigar las incertidumbres y miedos, los fracasos y desazones; la escritura ofrece la posibilidad de una vida diferente a aquella a la que se está sujeto. Escribir es entonces “hacerse pasar por otro”, recrear un doble, recordar con una memoria ajena; la POESÍA ofrece la ilusión de una realidad percibida como “verdadera” dado que establece un mundo autónomo en sí mismo; la literatura enriquece la existencia.

A propósito de la publicación de The Selected Poetry, la extraordinaria POETA mexicana Malva Flores (Ciudad de México, 1961; Generación 1960) emula a Don Gabriel Zaid de la siguiente forma:

«En la contraportada de The Selected Poetry, de Gabriel Zaid, puede leerse un breve párrafo: “Gabriel Zaid vive en la ciudad de México con su esposa, la artista Basia Batorska, sus pinturas, tres gatos y diez mil libros. Su obra incluye poesía y crítica social. Es miembro de El Colegio Nacional.” Ignoro si fue el propio Zaid quien escribió esta versión condensada de su amplísimo currículum, aunque no me extrañaría. En la que sí firmó, publicada en Vuelta en junio de 1986, no aparecen estos datos mínimos, concretos, pero sí algunos atisbos que nos hacen saber de una vida (“lo que la gente dice que es la vida”) que encontró en la lectura, el paraíso; y en su existencia, una posibilidad:

El eterno recreo de LEER y ser leído en los ojos de mi MUJER, en las nubes y en los árboles de un cielo nuevo y una tierra nueva, en la conversación de todos con todos, resucitados en tu LIBRO«.

Basta acercarse al POEMA Danzón transfigurado para vibrar con la verdadera POESÍA:

Alguna vez,
alguna vez,
seremos cuerpo hasta los pies.

¿Dónde está el alma?
Tus mejillas anidan pensativas.
¿Dónde está el alma?
Tus manos ponen atención.
¿Dónde está el alma?
Tus caderas opinan
y cambian de opinión.
Bárbara, celárent, dárii, feria.
Tus pies hacen discursos de emoción.
Todo tu cuerpo, brisa de inteligencia,
de cuerpo a cuerpo, roza la discusión.

El tiempo rompe en olas venideras
y nos baña de música.

Para leer más, le convidamos a que consulte el siguiente artículo:  Elegir: lectura de Gabriel Zaid: http://letraslibres.com/blogs/simpatias-y-diferencias/elegir-lectura-de-gabriel-zaid.