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Adalberto Ríos Szalay, fotógrafo universal

Adalberto Ríos Szalay es un morelense universal con una trayectoria polifacética: catedrático, investigador, periodista, autor de libros, fotógrafo, un universitario comprometido; pero sobre todo un humanista.

Ha sido catedrático y Consejero Universitario de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos desde 1968; fue profesor de carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México; profesor invitado de la Universidad de San Carlos en Guatemala; conferencista en universidades, desde Yucatán hasta Baja California, de la Universidad de Upsala en Suecia, la Universidad de Nueva York, La Universidad de California, de la UNESCO en París, el Fondo de Bienes Culturales de Cuba, la Biblioteca del Congreso de EEUU, la Universidad Católica de Chile, en el CIDEF en Caracas, Venezuela, en la OEA en Washington, en la Casa de América en Madrid, la Casa de las Américas en La Habana y un largo etcétera.

Ha sido autor de textos universitarios en la UNAM y ha publicado más de 45 libros en México y Europa; todos ellos con el objetivo de estudiar y divulgar la arquitectura, el turismo, el patrimonio cultural material e inmaterial, por medio de las imágenes.

Estudió administración y concluyó sus estudios de maestría en antropología; ha realizado trabajos de antropología visual y documentales audiovisuales en comunidades purépechas, nahuas, rarámuris, seris, yaquis, mayas, tzotziles, tzeltales, zapotecas, huaves, mazahuas, kikapús, mixtecas y otras más.

En el extranjero ha trabajado con mayas en Guatemala, con garífunas en Belice y Honduras, cunas en Panamá, guajiros y pemones en Venezuela, en la Amazonia, en los Andes, en la Patagonia y en Arizona con navajos, apaches y pimas, en temas relacionados con la conservación del patrimonio cultural. Además ha colaborado con comunidades negras en el Caribe, Tanzania, Uruguay o Coahuila, en el estudio e investigación de sus usos y costumbres.

Su trabajo fotográfico se ha presentado en más de 40 países y forma parte de colecciones en la rectoría de la Universidad de Riverside, en California; la Casa Benito Juárez de La Habana, en Cuba; el Centro de Arte Popular de las Islas Canarias; la Unión de Migrantes Michoacanos en Chicago; Centros Culturales de Sonora, Estado de México; entre otros. Ha sido jurado de concursos fotográficos en la Facultad de Ciencias Biológicas y en la licenciatura en Turismo de la UAEM, en Japón, en Madrid y en dos ocasiones jurado del Premio Nacional de Ciencias y Artes de México.

Donó su biblioteca particular a la UAEM y junto con sus hijos Ernesto y Adalberto han creado el Sistema de Archivos Compartidos UAEM-3Ríos que pone a la disposición de la docencia, la investigación y la difusión de la cultura un acervo de más de un millón de imágenes que se comparten también con el INAH federal, la Dirección de Patrimonio Mundial, la Universidad de Zacatecas y otras instituciones de educación superior e investigación que lo han solicitado como estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana, de la Universidad de Chicago y la sala de Patrimonio Mundial en México del Palacio Nacional.

Su trabajo periodístico se plasma en múltiples revistas como National Geographic, Escala de AeroMéxico y periódicos como el Regional del Sur, Reforma, El Norte de Monterrey y Mural de Guadalajara. Su trayectoria ha sido reconocida por el Congreso del Estado de Morelos, el Ministerio de Patrimonio Cultural de Hungría, la UNESCO, la Real Academia de Gastronomía de España, la oficina del historiador de Cuba, entre otras.

Para la realización de su trabajo a lo largo de Cuba el Viceministro de Cultura José Antonio Núñez Jiménez y el propio comandante Fidel Castro lo presentaron como “Amigo Entrañable de la Revolución Cubana”. Algunos de sus acervos forman parte de los Archivos de CONABIO, de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y próximamente de la Fundación de la Naturaleza y el Hombre, en La Habana. Ha sido nominado como Coordinador del Comité Científico Nacional de Acervos del Patrimonio ICOMOS Mexicano. Actualmente forma parte de la Facultad de Arquitectura de la UAEM, principalmente en el área de Turismo y continúa con la sistematización y retroalimentación permanente de Archivos Compartidos UAEM-3Ríos cuyo expediente se prepara como propuesta mexicana para inscribirse en la UNESCO dentro de la categoría Memoria del Mundo, la distinción más importante considerada dentro del patrimonio cultural de la humanidad.

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Una defensa del anonimato. Carta a George B. Moore para negarle una entrevista. Por José Emilio Pacheco Berny

Cátedra Alfonso Reyes en Cuernavaca
Gabriel y José Emilio. El eterno masculino

No sé por qué escribimos, querido George,
y a veces me pregunto por qué más tarde
publicamos lo escrito.
Es decir, lanzamos
una botella al mar que está repleto
de basura y botellas con mensajes.
Nunca sabremos
a quién ni adónde la arrojarán las mareas.
Lo más probable
es que sucumba en la tempestad y el abismo,
en la arena del fondo que es la muerte.

Y sin embargo
no es inútil esta mueca de náufrago.
Porque un domingo
me llama usted de Estes Park, Colorado.
Me dice que ha leído lo que está en la botella
(a través de los mares: nuestras dos lenguas)
y quiere hacerme una entrevista.
¿Cómo explicarle que jamás he dado una entrevista,
que mi ambición es ser leído y no “célebre”,
que importa el texto y no el autor del texto,
que descreo del circo literario ?

Luego recibo un telegrama inmenso
(cuánto se habrá gastado usted, querido amigo, al enviarlo).
No puedo contestarle ni dejarlo en silencio.
Y se me ocurren estos versos. No es un poema.
No aspira al privilegio de la poesía (no es voluntaria).
Y voy a usar, como lo hacían los antiguos,
el verso como instrumento de todo aquello
(relato, carta, tratado, drama, historia, manual agrícola)
que hoy decimos en prosa.

Para empezar a no responderle diré:
no tengo nada que añadir a lo que está en mis poemas,
no me interesa comentarlos, no me preocupa
(si tengo alguno) mi lugar en la “historia”.
Escribo y eso es todo. Escribo: doy la mitad del poema.
Poesía no es signos negros en la página blanca.
Llamo poesía a ese lugar del encuentro
con la experiencia ajena. El lector, la lectora,
harán (o no) el poema que tan sólo he esbozado.

No leemos a otros: nos leemos en ellos.
Me parece un milagro
que alguien que desconozco pueda verse en mi espejo.
Si hay un mérito en esto –dijo Pessoa–
corresponde a los versos, no al autor de los versos.

Si de casualidad es un gran poeta
dejará tres o cuatro poemas válidos,
rodeados de fracasos y borradores.
Sus opiniones personales
son de verdad muy poco interesantes.

Extraño mundo el nuestro: cada vez
le interesan más los poetas,
la poesía cada vez menos.
El poeta dejó de ser la voz de la tribu,
aquel que habla por quienes no hablan.
Se ha vuelto nada más otro entertainer.
Sus borracheras, sus fornicaciones, su historia clínica,
sus alianzas y pleitos con los demás payasos del circo,
o el trapecista o el domador de elefantes,
tienen asegurado el amplio público
a quien ya no hace falta leer poemas.

Sigo pensando
que es otra cosa la poesía:
una forma de amor que sólo existe en silencio,
en un pacto secreto de dos personas,
de dos desconocidos casi siempre.
Acaso leyó usted que Juan Ramón Jiménez
pensó hace medio siglo en editar una revista poética
que iba a llamarse Anonimato.
Anonimato publicaría poemas, no firmas;
estaría hecha de textos y no de autores.
Y yo quisiera como el poeta español
que la poesía fuese anónima ya que es colectiva
(a eso tienden mis versos y mis versiones).
Posiblemente usted me dará la razón.
Usted que me ha leído y no me conoce.
No nos veremos nunca pero somos amigos.

Si le gustaron mis versos
¿qué más da que sean míos / de otros / de nadie?
En realidad los poemas que leyó son de usted:
Usted, su autor, que los inventa al leerlos.